viernes, 13 de octubre de 2017

No está en el vacío

El silencio es un laberinto del que a veces no sé salir,
Es mi refugio cuando lo absurdo me obliga a discutir,
Cuando siento que nuestras palabras no se llegan a oír.

El silencio es lo que encuentras cuando llegas a morir,
Es el miedo reflejado en el pobre al vivir,
Es la afirmación del que no sabe mentir.

Es el Edén de mi mente cuando me quiero evadir,
El sonido más bonito que puedo describir
Y el llanto más profundo que puedo sentir.

viernes, 18 de agosto de 2017

Espiral

..

Me duele ver cómo te escapas, cómo te esfumas como si fueses el humo que trato de coger entre los dedos. Cómo si intentase escribirte y la tinta se fuese perdiendo en el papel mientras mi sangre se llena de miedo.
Siento que me empapan las raíces que estrujan mi alma y que resbalan las ansias que tengo de sanarte
..

Te lamería los sesos y te arrancaría de cuajo todas las inseguridades. Y me tendría esclava de tu libertad.
Me darías la espalda y me arderían las ganas de besarte la nuca y comerte las nalgas.
Como si te quisiese arrancar la piel de cuajo. Como si quiese sentirte tan cerca que pudiese abrigarme con tus suspiros ahogados.
Te robaría todas las horas de sueño y sólo te las devolvería cuando sintiese que te alejas de mi

..

Me duele ver cómo te escapas, cómo te esfumas como si fueses el humo que trato de coger entre los dedos. Cómo si intentase escribirte y la tinta se fuese perdiendo en el papel mientras mi sangre se llena de miedo.
Siento que me empapan las raíces que estrujan mi alma y que resbalan las ansias que tengo de sanarte

..

Te lamería los sesos ...

martes, 23 de mayo de 2017

Reo

En lo más profundo de mi alma, donde nada alcanza, se acercan unos pasos sigilosos y cautivos. Me desvisten mis vergüenzas, me encharcan los bajos, me prenden en llamas. Pasan silenciosos, casi sin dejar huella, pasan convencidos de que nada les quema. Se quedan un rato, en un secreto furtivo, y trafican con juegos muy adictivos. Sienten los brazos el silencio sumiso, el sabor del tacto y la piel del peligro. Se hunden los dedos, se come el olvido, se olvida el presente.

    Me siento cautivo.

martes, 14 de marzo de 2017

Ultravioleta (Lo que no se ve).

Del camino a casa nunca me acuerdo
 pero recuerdo que pienso en ti. 
Tengo lagunas de tristes figuras
 que inundan todo con gran frenesí.


Sonaba esa canción en mi cabeza cuando decidí vestirme de verde para la ocasión. Con el tiempo he comprendido que en ese momento anhelaba que las cosas fueran a mejor, tenía esperanzas.
Poco a poco bajé de las nubes. Quizá, "bajar de las nubes" y "poco a poco" es algo suave para lo que en realidad pasó. Digamos que me precipité en caída libre sin paracaídas ni nada. Fue al poco después de percatarme que sus excusas no eran tan sinceras como yo esperaba y que no tenía más que ofrecerme que hacerme perder mi tiempo.
Supongo que el dolor de la caída me atontó lo suficiente como para no actuar sin premeditación. Estuve un tiempo observando cómo se cortejaban una pareja de jóvenes dos mesas más allá mientras dejaba la mente en blanco.

— ¿No te parece?— llamaste mi atención.

Intenté repetir en mi mente las últimas palabras que me habías dicho para contestar algo coherente pero sólo me venía a la cabeza lo que el quinceañero de en frente le había dicho a su compañera: Quiero volver a verte. 

— Perdona, me he despistado. Sentí como se ruborizaban mis mejillas.
— No me extraña. Te habrán dicho lo mismo mil veces.
— Trescientas veinte con esta. Te espeté. Me sentí un poco descortés y me abrumé un poco. ¿Podemos cambiar de tema?
— Claro.  Tras un breve silencio proseguiste. He oído que te has mudado a las afueras.


Agradecí que eligieses un tema tan banal, pues me permitía mantener la conversación sin mucho esfuerzo a la vez que pensaba en cómo serían las cosas en un futuro. No perdía detalle de cada gesto. "Poco a poco. Ya se ordenará todo" me dije. Supongo que hay cosas que el tiempo no pone en su lugar, pero nos complace pensar que sí. Te hace sentirte arropado, como cuando te abrazan.

No llegué a ninguna conclusión aquella noche. Ni aquella semana. Ni aquel mes. Pero si hoy tuviese que decir algo es que fue en ese momento en el que empezó todo.

miércoles, 15 de febrero de 2017

Caliza

Esa noche me saludaste. Ibas tan borracho que se te olvidó que hacía años que me habías declarado la guerra. Supongo que me quedé tan sorprendida que no fui capaz ni siquiera de contestarte con una bordería. Y, créeme; lo merecías.

Para colmo, parece que te pillé en un mes malo, ya que siempre que aparecías (después de años sin cruzarnos), estabas ahogando tus estúpidos problemas en alcohol.

La segunda vez que te vi ibas tan borracho y tan perdido con tu vida que hasta me pediste perdón. No sé si es que yo iba muy sobria como para ser maleducada contigo, pero lo cierto es que fueron palabras que no arreglaban años de ausencia.

Lo peor es que empecé a verte a menudo. Y no me apetecía. Empezaste a asomar la cabeza por zonas que yo siempre había creído bajo control y empezaste a desequilibrarlo todo (Casi que lo único que me faltó fue verte en una tienda de braguitas).

Centré mis esfuerzos en esquivar cualquier tipo de conversación contigo, y como piedra pesada, volvías a aparecer.
Y yo.. a tropezar.


domingo, 1 de enero de 2017

M

Ando moviendo el corazón y el índice por tu espalda, y cuando llego a tu nuca, doy media vuelta.
¿Por qué así?
¿Dónde nos hemos escondido? ¿Por qué hemos dejado de envejecer las sábanas? Quizá no tuve el valor de luchar suficiente. Quizá me atrincheré debajo de la lógica y mandé a una guerra suicida lo nuestro. Así, unilateral. Deserté.

Dejé que caducasemos con el tiempo, con lo perennes que fuimos. Dejé que los gusanos del malhumor devorasen mi tiempo y mis fuerzas y viese la rendición como única victoria. Yo. Yo que siempre volvía con la bandera blanca buscando la paz escondida en un beso.

Supongo que los héroes de guerra no son sólo los que llevan medallas, sino también los que llevan el corazón lleno de puntos en la mano mientras con la otra bombean el tuyo. Los que son capaces de hacer que te broten raíces en sus carnes sin necesidad de más que una mirada y una sonrisa.

Pero yo.. Yo deserté y me proclamé triunfante, sin darme cuenta que estaba siendo vencida. Acabé metida de lleno en tu emboscada sin notar que no había salida. Que siempre te proyectabas en bucle, siempre que cerraba los ojos. Y yo que pensé que te había perdido de vista... ¡Qué ingenua!  ahí seguías, como si no pudiese sentirte aunque no estuvieras a mi lado: protagonista cada vez que mi cabeza subía a las nubes.

Supongo que es muy difícil sacar la flecha de un corazón podrido sin romperlo en veintiocho pedazos. Y es que llego tarde, como siempre, sin aprender del todo que no vale mejor tarde que nunca. Que Nunca es una tierra de ida pero no de vuelta, y que tu nuca es la tierra por la que quiero andar, como hacía antes, moviendo el corazón y el índice.