viernes, 15 de junio de 2012

..contaros..

Siempre le había gustado mirarla. Para él siempre sería su pequeña, su niña a la que cada noche arropaba. Se preguntaba cuándo había desarrollado esas curvas tan modestas, y esa sonrisa de mujer con la que seguramente muchos hombres caerían rendidos. Muy a su pesar, cantarle nanas para dormir y darle un beso en esa piel suave de la frente quedó atrás, hacía ya algo más de un mundial ganado, una boda de un sobrino, una operación superada, largas esperas en el INEM, y muchas noches en vela. Sí, habían pasado muchas cosas en lo que él consideraba poco tiempo y ni se había dado cuenta de cuándo su niñita pasó de tomar Colacaos a café, cuándo pasó de fumar regalices a oler a tabaco. Incluso se había olvidado de aquella noche que se fugó de casa en una rabieta adolescente, se había olvidado de cuando le gritó que no quería llevar sus apellidos, olvidó cuando ella le hizo llorar. La quería. La quería como le prometió a su madre hacerlo cuando ésta faltase. A veces se preguntaba si incluso la quería más de lo que la quiso a ella.

No cabía duda. Era la viva imagen de su madre. Cómo olvidar esos rizos color cerveza que se enredaban entre sus dedos después de noches ardientes, y cómo olvidar esa sonrisa picarona que se asomaba entre unos hoyuelos más que desesperados por un beso. Jugar con los recuerdos lejanos que tenía de la que un día fue su esposa, era algo que le encantaba hacer, pero que temía. No quería modificar ningún recuerdo, no quería mentirse. Exprimir cada sensación era lo que le mantenía vivo, y ahí estaba su hija para recordárselo. De nuevo no cabía duda, era casi igual a la mujer que él amó. El mismo mal humor cuando estaba nerviosa, el mismo temblor de manos cuando el mundo tronaba, el mismo llanto cuando su yo interior le fallaba. Sí... Era similar también su manera de remover la cuchara sobre la taza de café, de levantar la mirada del periódico cuando la interrumpían de su lectura interesante de la columna de sucesos.

De pronto el miedo se apoderó de él. Fue consciente de que algún día alguien se enamoraría de sus labios con carmín rojo, de su pequeña nariz, de sus manos de pianista; y fue entonces cuando se dio cuenta que su niñita seguiría un camino de adulta alejada de él. Y él se quedaría solo, de nuevo. Como cuando su mujer le dejó con un bebé hambriento de ganas de llorar sin dejarle si quiera despedirse. Cómo la echaba de menos, y cómo la iba a volver a echar de menos.

Siempre le había gustado mirarla. Aunque sabía que ya no era su pequeña, siempre sería la niña a la que arroparía cada vez que lo necesitase.

domingo, 10 de junio de 2012

..ser bipolar.


Estoy bien; río, hablo, callo, lloro, busco y no encuentro. A veces no me entiendo, y otras me entienden. Tengo ganas de salir de fiesta pero no tengo ganas. Quiero comer pero falta el apetito. Quiero extrañarte pero no tengo a quién. Necesito dormir pero el sueño no llega. Me gusta ronronear en la cama, aunque odio hacerlo. Cola-cao, pero Nesquick.
Resumiendo, que necesito mimitos; a pesar de no quererlos.