Descorchas con mimo y la abrazas por el cuello hasta bajar a su cuerpo, donde paras a admirar. Va vestida en un precioso traje de letras, y te cuenta con todo detalle qué debes esperar.
Llenas tu copa con deseo, te preparas a saborear. Has creído a ciegas lo que ella quería contar, y te embelesas con su aroma y cierto gusto a azafrán.
Me enveneno cuando observo su espuma asomar, pues era la copa que llenabas con mi amar.
Quedo triste y a la espera: "¿pensarías regresar?"
No me dejes ser añeja, no me dejes olvidar.