martes, 27 de noviembre de 2012

..dejar de jugar.

Pongamos las cartas sobre la mesa. Dejemos de jugar.

Mi rey de corazones se mofa de mí con su peculiar sonrisa de joker.
Como te llevas las diez del montes y has cantado las cuarenta en voz baja, tus bastos golpes me devastan.
Ganar, me cuesta en cada mano un par de copas y unos tantos oros; dejando esa escalera de contradicciones que nos separa. Que describe mi cara de póquer.
Porque no entiendo cómo se clavan tus picas en mi as de corazones; ni cómo mi tute de sentimientos me deja desnuda ante tí, cual sota.

Y me podría tirar las horas muertas jugando contigo, disfrutando de la partida, pero todo acaba cuando las escenas de rombos cabalgan por mis espal.. espadas. Por éso abandono, por éso me ganas; que no juego si la pareja no gana.


miércoles, 21 de noviembre de 2012

..describiros.

Te despiertas. Menos mal que ha sido una pesadilla, porque ha sido un sueño horrible.

Aún el sol no ha saludado por tu ventana. Todo en penumbra. Tal y como cuando te acostaste. Probablemente sean las tres y media, o las tres menos cuarto, o qué se yo; lo mismo han pasado cinco minutos desde que te embarcaste en este mundo tan ajeno a la realidad. Ya sabes que el tiempo en los sueños va a su ritmo. Por alguna estúpida razón, se te ocurre mirar el reloj porque claro, como humano, tienes curiosidad.

Te incorporas, o haces el intento, ya que realmente; algo te impide levantarte. Es obvio que algo te retiene, algo ajeno a tí. Te está empujando hacia la cama. De hecho, incluso notas cómo el colchón se hunde. Pero no ves nada, ¿no? Porque en tu cuarto no hay nada, ni nadie que antes de acostarte no estuviese. Vuelves a intentarlo, en vano. Te preguntas incluso si aún tienes los ojos cerrados. Recuerdas haberlos abierto; joder, incluso has pensado antes que aún no había amanecido. Vale. Estás despierto. ¿O dormido? No tiene sentido que una cosa invisible te aplaste. 

Volvamos a intentarlo. Incorpórate. 
Vale, no puedes. Lo sé, lo sabes y ese algo también. Parece que se ha propuesto agobiarte, porque cada vez parece que aprieta más, es como si conforme menos razonable es la situación, más kilos se echan encima.

Admites que estás dormido, porque no hay otra lógica. Ok, un sueño dentro de un sueño. Entonces no habías despertado antes.

Una vez admitido ésto es obvio que entras dentro de un sueño lúcido. ¿Acaso no dicen que son aquellos en los que eres consciente de que duermes y puedes manejarlos a tu antojo? Disfrutemos pues. Imagina lo que te apetezca, aparecerá. 

Poco a poco te das cuenta de que el sueño que supuestamente manejas tú, está fuera de control. Empiezas a escuchar susurros, conversaciones sin sentido. Notas que te agarran, te intentan desgarrar. Pero no hay problema, ¿no? Al fin y al cabo, puedes despertar cuando quieras. 
Lamentablemente, no. No puedes. Ya estás agobiado, quieres aparecer en tu verdadera habitación y no en una llena de sin sentidos. Pero te recuerdo: no puedes.

Los susurros van aumentando en volumen, convirtiéndose rápidamente en un zumbido insoportable. Inunda todo el dormitorio. Intentas salvar tus oídos de tan espantoso ruído, pero tus manos se resisten a moverse, al igual que antes no podías levantar tu espalda del colchón. Y más kilos encima. Te cuesta trabajo respirar, y además ese algo se está burlando de tí. ¡¿Qué cojones hace?! ¿No se da cuenta de que va a matarte? Si sigue aplastándote tus pulmones dejarán de tener espacio..

¡Vamos, despiértate! ¡Estás soñando! 
¡Dile que deje de aplastarte! ¡Grítale para que se asuste! 

¿Qué? Que tu boca no emite ningún sonido, ¿no? Claro. ¿Creías que tu inconsciente te iba a dejar que le quitases sus horas de poder?
______




Para disgusto de él, y alegría para tí, diré que que puedes quitarle esas horas de poder.
Tan sólo permite que el ruido te embriague, al principio tendrás miedo, notarás el peso de veinte muertos encima y cómo te empujan hacia un vacío que resulta existir debajo de tu cama. Sentirás que caes durante un tiempo, según tu estado de relajación podrán parecerte segundos o incluso horas.

Ya sabes que físicamente no podemos estar en el vacío, así que te revelaré que al caer se darán dos casos:
1) Despiertas. (Esta vez, de verdad)
2) Caes a un sueño lúcido, que sí que puedes controlar.
_______




Te presentaré a ese ''algo'' que te incrustaba contra el colchón:  

parálisis del sueño.


..preguntarme.

¿En qué nos hemos convertido?

O más bien, ¿en qué nos han convertido?
Siento que una tormenta de mil agujas rebotan en nuestras excusas. La distancia no lo permite, pero las miradas lo dirían todo. Tu no-frost interno congelaría mis huesos, aunque obviamente, sin calarlos. Me encontrarías más cristalizada que jugando al un, dos, tres; pollito inglés.

Todo se reduce a un   no te entiendo.  Me dijeron negras juegan y ganan, haciéndome creer que yo estaba con la raza de color; para acabar dándome cuenta de que movías tú. Que eras el metrónomo de nuestro compás.
Sin embargo, a pesar de ser la  metro cincuenta  más bizarra de el pañuelo en el que vivimos, me es escalofriantemente imposible adentrarme en tus pensamientos, aparentemente simples, pero elegantes.
Los desplazamientos lentos es lo que tienen, que no se notan, no se sienten. En éso nos hemos convertido, en un nosequé de excusas para extrañarnos, en un sistema de ecuaciones con más incógnitas de las necesarias.

Sólo un matemático podría darnos solución, pero tengo un leve motivo para pensar que a mí nunca se me dieron bien, y a tí nunca te importaron.