miércoles, 20 de febrero de 2013

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Está bien. Lo acepto.

He escondido los restos de fracaso. He encerrado al amor entre cuatro paredes de hormigón, sin ventanas, ni puertas, ni nombre. He acabado con las falsas ilusiones. He puesto un tope.

He firmado mis ganas, con la pluma estilográfica quebrando el papel; con los ojos dados la vuelta, palpando el miedo en cada propósito.
He aceptado que vale más un trato mental conmigo misma que con los demás.
He cerrado la casa con llave, tirando ésta al contenedor de deshechos emocionales.
He acariciado el acorde del triste final, he vivido mi domingo personal, con resaca de corazón.

He desafinado las expectativas de futuro. He ojeado la lista de promesas pendientes. (He tachado las que quedaban)
He desnudado mis defectos, y los he vestido de virtudes.
He engañado a la tristeza, y he excusado mi sonrisa.
He encubierto mis faltas de educación con las de motivación.
He perdido el rencor, hallando el olvido.

He llamado al ascensor, pero he bajado por las escaleras; para oler los recuerdos que se quedan. Me he embriagado con las prisas y el mármol blanco, y me he caído.
He puesto el GPS y ninguna dirección; y aún así, he cogido el otro camino.

He quemado las etiquetas que me hacían presa, para hacerme depredador. He roto las cuerdas; y las tijeras. Las ganas, y las desganas.
He hecho una hoguera con la tecnología, y calentado mi enfado con su ardor.
He puesto la canción que decías, y calmado mi temor.

He terminado cazando verdades y esquivando mentiras. He escuchado cómo se me ponían los pelos de punta, y me he pinchado. He erizado mis sueños. He susurrado ayuda. He rozado tu puerta. He aprendido de todo esto.

Y ahora, he cogido otro tomo de mi vida.