viernes, 16 de octubre de 2015

Centrifugando.

    Hace tiempo que ya no me dedicas versos, ni siquiera prosa. Supongo que es que estamos en otoño, que no hay primavera que cien años dure. Quizá, te hayas empapado ya suficiente con mis tontos y tantos llantos, o te hayas perdido en el vacío que tengo. Qué sé yo. Quizá aún no te conozco.
    Puede que sólo seamos un universo que se queda sin estrellas, o que nuestros planetas hayan colisionado casi tan fuerte como nuestros corazones. Lo mismo son sólo agujetas del alma, de querer tan profundo. Puede que sean grietas del uso, o a lo peor es que simplemente se te ha pegado mi cara triste.


Ojalá... Ojalá no sea orgullo, porque es como el fuego, que arrasa con todo. Quema y quema hasta que sólo quedan cenizas.
      Puede que hoy te despiertes y me pidas un beso, o lo mismo toca infusión de discusión (aunque la verdad es que me gustan más los zumos de frutas del bosque).
Qué putada, no sabía que fueses ni tan laberinto ni tan enredado, no sabía que fueses espiral.


[...]
    No sé, supongo que me sabe raro que tus cosquillas empiecen a picarme, y que las mariposas se choquen como locas en mi intestino.Y es que el destino es cruel, y afila tus besos como navajas de mar. Ortiga mis defensas y me hace invisible, y a tí invencible, y entonces sólo hablamos de salvar el mundo, olvidando que hay un 'nosotros'.

    No creo que pueda ubicar tus ganas cerca de mi mirada cursiva, ni que sea opción programarnos permanentemente, eso sí, yo... Yo lo voy a intentar.