— Sigues ahí sentado, ¿eh?
— Como tú.
— Al menos yo estoy haciendo algo
interesante.
— Sí. Mirarme.
— Qué tonto. Sabes de sobra que me
aburre mirarte. Estoy trabajando en un proyecto que me abrirá muchas puertas..
— ¿La de la calle? No me des
falsas esperanzas..
— Eres insoportable, paso de ti.
— Realmente no lo haces.
— Claro que sí.
— Ya veo. Y, ¿por qué no dejas de
hablarme?
— Te veía aburrido. ¿Por qué no
dejas tú de mirarme?
— Es que te has despertado hoy con
mala cara.
— Vaya excusa más cutre. Anda ven,
dame un beso.
— Te echaba de menos.
— Lo sé.
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