Otra ronda, por favor

Ayer fue de estos días en los que nada más despertarte sabes que va a ser un mal día. En los tu dedo meñique está antojado de chocarse con todo, y en los que poniendo a calentar la leche el mismo tiempo que siempre no sale a tu gusto. De estos días en los que pierdes el autobús (dos veces) y la vida te pone a prueba y se pone lo más puñetera posible porque sí. Que te quedas sin bombona en mitad de la ducha y pides ayuda pero justamente no hay nadie en casa. Y al final así, a base de pasar frío y no haber palomitas para ver cómo empeora tu día, por fin se acaba. POR FIN.

Me encantaría poder desconectar. Poder rendirme por un día. Me encantaría decirle a la vida lo enfadada que estoy aunque no sirviese de nada. Decirle que no me gusta este juego, que ya está bien. ("Hombre, tan mal no te irá la vida") Pues no, pero mal de muchos consuelo de tontos y hoy me quiero quejar. Porque sienta bien. Porque parece que rajar de todo te quita estrés de encima aunque no solucione nada. Porque al final viene a ser lo mismo que un abrazo, y los he agotado ya todos. Y abrazarse a uno mismo no está mal del todo pero no llena y te hace sentirte un poco estúpido. Así que aquí estoy hoy, para quejarme porque ayer tuve un mal día porque sí. Porque era el día malo del mes y porque 'después un mal día viene uno mejor' pero si lo veis por ahí decidle que cuánto le queda, que le sigo esperando. Que no deje para mañana lo que pueda hacer hoy.

Y es que si mi vida es una ciudad, los pilares se están derrumbando, como si de un terremoto se tratase. Que ya hemos salido de desastres naturales y todo eso y ya lo sé, pero que no quiero más 'después de la tormenta llega la calma' , que quiero quejarme y punto y si llega la calma que tenga forma de cerveza y dos besos de espuma.

Que no me hagáis mucho caso que entre todas las cosas que he perdido este mes también he perdido la cabeza, y como no; tu interés. Pero bueno, que ya de perdidos al río que por lo menos acabemos en el bar mar.